Desde hace unos meses mi hija de tres años y medio, es fanática de Boca, como toda su familia. Cada vez que juega al fútbol en su jardín pierde su mejor amiga Mili (muy fanática de River). Mi hija siempre mete tantos goles como los dedos de su mano. »Mili se comió cinco«, dice, mostrandome el resultado. Está convencida que Boca no puede perder. ¿Y River? »River es malo.«
Hoy a la mañana le conté de la derrota de los Xeneizes anoche en el segundo superclásico. Ella se sacudió, se pellizcó sus ojos y dijo: »River es malo. No le dejó meter un gol a Boca.«
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PRIMERA ESCENA
Argentina, Capital Federal, son las 7 y pico de la mañana. Departamento de una familia típica alemana. Padre y tres hijos menores de edad. La mamá está de viaje por 9 días. Es el tercer día de su ausencia. Sobrevivimos.
PADRE: Llegó la combi. ¡Vengan de una vez! ¿Están listos?
HIJO: No.
HIJA DE 5 AÑOS: Ahora voy!!
HIJA DE CASI 3 AÑOS: Síííííííííííííííííííííííííííííííííííí!!!!!!
PADRE: (le dice a la hija de casi 3 años) Querida, vos tenés tiempo, te quedas conmigo?
HIJA DE CASI 3: Déjamelo pensar. Necesito un poco de independencia.
HIJO: (antes de tomar el ascensor) Ay papá, tengo que llevar $ 250 al colegio.
PADRE: ¡Hijo de puta! ¿Ahora? ¿Hoy? ¿$ 250?
HIJO: Sí.
PADRE: Tenés razón. (busca plata en su bolsillo) ¿Y para qué es? ¿A quién se la das?
HIJO: No sé.
(Han llamado por segunda vez.)
PADRE: Te lo dijo mamá. (El chofer de la combi, insiste para que bajen los chicos.)
HIJO: No, a mí no.
PADRE: Bueno, a mí tampoco.
HIJO: ¡Claro que sí!
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Mi hijo dice que alguna vez habló finés. No recuerdo esto. Por supuesto tiene talento para las lenguas extranjeras, habla ruso y castellano. Y una vez estuvimos en la capital Helsinki para visitar a una amiga que vivia ahí. Pero en aquel entonces tenía cinco. Cinco meses. La próxima lengua que quiere aprender es chino. Empezará cuando tenga nueve, le falta un año y medio.
Tal vez no tolera a la Argentina.
Un alemán que desde hace poco está viviendo en Buenos Aires pero extraña Valencia, donde trabajó por cinco o seis años, no piensa bien de los argentinos. »Son fanfarrones, mentirosos y estafadores«, dice. Y lo dice en serio, al menos en un 80 por ciento. También se resiste a hablar castellano. Así que cecea las letras c y z como la gente en Valencia. Así por ejemplo dice caie, cuando en realidad aquí a la calle se le dice cashe. El conoce mil veces más palabras españolas que yo pero, por lo menos, yo no hablo como un conquistador del siglo dieciocho que tiene su velero atracado en el puerto de la ciudad de Buenos Aires. más
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Si Newell’s Old Boys de Rosario ganara la Copa Libertadores a fines de julio y después tuviera que jugar la final de la copa mundial des clubes contra Bayern en Marruecos, yo llamaría a Pep Guardiola para ofrecerle mis servicios de informante en forma gratuita (libre de impuestos).
He visto dos veces al equipo de la provincia de Santa Fe en vivo y en directo y ya puedo anticipar la forma de jugar de los comegatos. Naturalmente Pep está aprendiendo alemán. Pero para estar seguro de que entienda mis instrucciones acerca de la presión horizontal simultáneo con el desplazamiento vertical, vamos a hablar en su idioma. Sólo espero que con su castellano culto logre entender mi argentino popular con un fuerte acento porteño. más
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Mi corte de pelo – no quiere que lo llamen peinado – desde ayer me está exigiendo una explicación.
Tal vez debí haber estado advertido. Por un lado, el cliente anterior dejó unos tres kilos de rulos negros en el piso del salón – supuestamente porque es periodista y tiene poco tiempo para ir a la peluquería, según dijo más tarde Julio, el hombre de las tijeras.
Por otra parte, había fotos en la pared junto al espejo: el seleccionado de fútbol uruguayo y el Presidente uruguayo José Mujica. más…