Mi corte de pelo – no quiere que lo llamen peinado – desde ayer me está exigiendo una explicación.

Oldells Boys

Tal vez debí haber estado advertido. Por un lado, el cliente anterior dejó unos tres kilos de rulos negros en el piso del salón – supuestamente porque es periodista y tiene poco tiempo para ir a la peluquería, según dijo más tarde Julio, el hombre de las tijeras.

Por otra parte, había fotos en la pared junto al espejo: el seleccionado de fútbol uruguayo y el Presidente uruguayo José Mujica.

Mujica

Mujica, llamado El Pepe, cultiva flores, es un ex – guerrillero del movimiento de liberación tupamaro y ateo. Su auto privado es un VW escarabajo y como limusina oficial le gusta utilizar un Opel Corsa. Calienta el agua para el mate en una caldera abollada y dona el 90 percentos de su sueldo de 12 500 dólares a pequeñas empresas y ONGs.

Recientemente ofendió a la Presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner y a su fallecido esposo Néstor. Supuestamente no sabía que el micrófono estaba abierto cuando dijo »Esta vieja es peor que el tuerto. El tuerto era más político, esta es terca.«

 

»¿Sos uruguayo?« le pregunté a Julio, mi nuevo peluquero, a quien descubrí casualmente en el barrio de Almagro, donde el niño de 7 y la niña de casi 4 estudian ruso los miércoles.

»Sí. Pero ya hace muchos años que vivo en Buenos Aires.«

»Esta mañana no me lavé el pelo. ¿Te molesta?«

»Pero no … ningún problema.«

Entonces Julio comenzó a cortarme los dos centímetros que habíamos acordado, contándome al mismo tiempo acerca de dónde en Uruguay podría pasar las mejores vacaciones. Fue a buscar un mapa, paseó con su dedo índice por la costa atlántica hasta Castillos y me recomendó por último que sentara base en Aguas Dulces. Supuestamente sería una playa sin gente, un pueblito paradisíaco, algunos restaurantes y la laguna de Castillos: »¡Un sueño! Cuando quieras ir vení antes por aquí que te ayudaré a encontrar algo bueno.«

O nuestra conversación duró demasiado, o los peluqueros uruguayos no dominan el sistema métrico.

Para los supuestos dos centímetros menos de cabello que debía tener, mi cabeza había quedado demasiado calva.

»¿Te gusta vivir aquí?« pregunté como para despedirme.

»Sí, mucho, Buenos Aires es una ciudad maravillosa«, dijo Julio. »¡Ay, si no hubiera tanta delincuencia!«

»¿Está empeorando?«

»Sí.«

»¿Por qué?«, pregunté. »¿Demasiados pobres?«

»No.«

»¿No?«

»Demasiados ricos.«

(Según Wikipedia, Aguas Dulces tiene »417 habitantes, de los cuales 215 son hombres y 202 mujeres«.)

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Muchísima gracias a mi lectora Moníca por la traducción del texto Phriseur y Filosoph.