Yo participé en un debate sobre la corrupción en el fútbol, organizado por la diputada Cornelia Schmidt-Liermann. Les dejo mi discurso en el Congreso de la Nación.

Discurso sobre la corrupción en el fútbol (Honorable Cámara de Diputados de la Nación)

> con Alberto Rivero (Asociación Gustavo Rivero), Javier Castrilli (ex árbitro), Sebastián Sal (International Association of Anti-Corruption Authorities) y Cornelia Schmidt-Liermann (diputada nacional del PRO)

I

¡Señoras y señores!

Muchos alemanes creen que el famoso Franz Beckenbauer nos consiguió el Mundial que fue disputado en 2006. ¿Todos conocen a Beckenbauer? ¡No me digan que no! Es el mejor futbolista de la historia alemana, un genio, no tan genio como Diego Maradona, claro que no. Pero él ganó la copa mundial dos veces, como capitán en ‘74 y 16 años después como técnico − contra Argentina y Diego, lo siento mucho. La verdad, yo en ese entonces ya alentaba a la albiceleste. A ustedes les habla un mufa.

Yo quiero contar hoy de la FIFA desde el punto de vista de un chucrut, un alemán, trazando por qué el blatterismo funcionó tanto tiempo. En realidad todavía no dejó de funcionar, ¿no?

II

¿Volvamos con Beckenbauer? Cuando él – nuestro Kaiser (el emperador) – era un bebé Dios le dio un beso. Sí, yo estoy bromeando pero me parece la única manera de explicarles porque él llega a conseguirlo todo. Les quiero mostrar un cortito vídeo muy conocido para evidenciarles la excelencia de este crack alemán.

Estamos en una noche de ‘94, unas horas después de que Beckenbauer como técnico del Bayern Múnich ganara el campeonato local, de la Bundesliga. La fiesta de su equipo es televisado por un programa deportivo que tiene un juego muy emblemático. Los invitados – futbolistas y otros deportistas – deben patear la pelota y tratar de meterla por dos agujeros redondos de 55 centímetros de diámetro ubicados en las esquinas superior izquierda e inferior derecha de un rectángulo vertical que hace las veces de arco.

¿Suena complicado eso, eh? Nooooo.

¡Es complicado!

Estamos viendo a Beckenbauer, junto a Lothar Matthäus, el capitán de la selección de ‘90, poniendo en el piso una copa enorme llena de cerveza de trigo.

¿Qué va a pasar?

¡Miren!

Qué golazo, ¿eh?

Sin dudas, Diego lo hubiera hecho con la pelota y la copa de cerveza.

III

Señoras y señores, hablemos de fines de los años noventa. Alemania quiere organizar el Mundial de 2006 y solicita a la FIFA. Beckenbauer como jefe de la campaña viaja con su bolsa de golf por el mundo, para convencer a reyes, emires y presidentes. Está en todos lados el Kaiser. ¡Hace diez vueltas al mundo! Su cuerpo pintado, baila en Fiyi, y en África le regalan un carnero. ¡Un carnero vivo! Por supuesto, los reyes, emires y presidentes están tan contentísimos de encontrarse con este personaje que después apoyan la candidatura alemana.

¿Lo podemos creer? ¡No! Es una leyenda. Un cuento chino.

Cualquiera candidatura exitosa para el Mundial jamás es la obra de una sola persona. En realidad, la responsabilidad la tiene el jefe, de forma detallada y perfeccionista. Muchos forman parte de un tal proyecto: el gobierno, la política, las embajadas, la economía, las empresas, las organizaciones deportivas, todo el país, todo el estado. Es porque la FIFA requiere muchas cosas del organizador:

  • distintas garantías,
  • la certeza de poder cobrar mucha plata durante el torneo,
  • una infraestructura re buena,
  • hoteles de primera categoría,
  • otro lujo para los funcionarios y sus laderos, incluso las esposas.

Andrew Jennings, el prestigioso periodista de investigación escocés, dice:

Pueden hacer todos los aspirantes del Mundial. Le pueden presentar a sus super-modelos al Comité Ejecutivo de la FIFA. Sus políticos le pueden prometer que vayan a hacer todo para organizar un Mundial perfecto. Pero los chicos de la FIFA van a bostezar y preguntar después: »¿Dónde está la guita? ¿Dónde está la guita?« (Vídeo)

Ocho días antes de la decisión que toman las 24 personas del Comité Ejecutivo, en Alemania la Comisión de la seguridad del Gobierno autoriza el suministro de 1200 bazucas a Arabia Saudita. Un miembro de la casa real – Abdullah Al Dabal – pertenece al Comité Ejecutivo.

¿Pura coincidencia? ¿Cosas que pasan?

Encima son acordados negocios de mil millones de Euros por empresas grandes de Alemania en Asia. Daimler (Mercedes) plantea una aportación de capital de 400 millones de Euros en Hyundai, el fabricante coreano de automóviles. El hijo y jefe júnior de la dinastía de Hyundai (Chung Jong Moon) lidera la Asociación de fútbol de su país y es delegado del Comité Ejecutivo de la FIFA.

¿Una coincidencia más? Puede ser …

El representante tailandés en la FIFA (Morawi Makudi) administra un negocio de Mercedes en Bangkok. El Bayern juega absurdos partidos amistosos en Malta, Túnez y Tailandia, siempre fluye mucho dinero por los derechos de transmisión. Por lo menos dos de los tres países votan más tarde a favor de Alemania.

Son muchas las coincidencias, ¿no? Puede ser …

El propio Beckenbauer comentó después de un »chanchullo«.

La elección del Comité Ejecutivo en 2000 ganó Alemania presumiblemente por la traición que cometió el representante neozelandés en la FIFA, Charles Dempsey. En la última vuelta él debería haber votado a favor de Sudáfrica. Así lo había decidido su Confederación de Fútbol de Oceanía. Con su voto Sudáfrica hubiera ganado.

¿Qué pasó?

Antes de la votación Dempsey salió del salón.

Y se abstuvo.

Así que Alemania ganó.

Había y hay muchos rumores y cuentos de soborno pero ninguna prueba. La primera ministra de Nueva Zelanda – Helen Clark – le pidió disculpa al presidente sudafricano. El ministro de deporte dijo: »Dempsey es una vergüenza nacional.«

Dempsey apenas explicó su voto extraño. En unas pocas entrevistas hablaba de »presión por influyentes grupos de interés en Europa«.

Murió en 2008.

IV

¿Por qué estoy hablando de esta historia vieja? Lo que pasa es que no hay relaciones limpias con una organización bastante corrupta y mafiosa como la FIFA. Tampoco Alemania lo logró.

Fíjense que el Mundial es una fiesta tan lucrativa que la FIFA – como dueña del torneo – puede hacer y exigir lo que quiera. Y la única que siempre gana en cada campeonato es la FIFA. El Mundial es una mina de oro.

Lo que más me decepcionó antes de la retirada chiquita de Sepp Blatter (que está laburando en este momento, sabe Dios lo que pasa en su búnker) – fue la actitud de los funcionarios europeos y sobre todo los de Alemania. Recordemos que la Federación Alemana del Futbol es la organización (individual) deportiva más grande del planeta. Tiene casi siete millones socios. Es mucho peso. Encima Alemania dispone de un poder económico extraordinario.

 

 

A eso voy. Si una nación tuvo la obligación y la opción de ir de delante de los demás, hubiera sido Alemania. Pero: Nuestro jefe del fútbol Wolfgang Niersbach – muy amigo de Beckenbauer, muy amigo de Blatter – él ni aun habló en la asamblea para marcar el paso. Igual que cualquier otro funcionario de la UEFA. Nada. Nada de nada. ¡Qué vergüenza!

O sea: Los viejos a quienes siempre les gusta echar un sermón a la juventud futbolística, a nuestros pibes – usando palabras como fair play, honestidad y valor cívico – ellos mismos no lo practican. Y ellos eran protagonistas, simpatizantes, patrocinadores o beneficiarios del blatterismo. Nadie se va a retirar a propia voluntad. Pero: ¿Basta que se va el jefe y el resto se queda?

V

A mí me cuesta muchísimo creer ahora en un cambio verdadero de la FIFA. Quienes lo quieren no lo pueden lograr. Les faltan poder y mayoría. Y quienes podrían lograrlo no quieren. A ellos les falta nada más que voluntad.

Olvídense del francés Michel Platini, el presidente de la UEFA. Esa organización también está llena de figuras oscuras. Platini asumió su cargo en 2007 por truchadas. Trabajó con Blatter por más de 20 años. Había apoyado la candidatura de este último en ‘98 y después lo aconsejó cuatro años.

La UEFA, monsieur Platini, los alemanes con Charles Dempsey: Todos tienen muertos en el placard. Y Blatter lo sabía. Por eso no tenía miedo de nadie. Pero el 2 de junio – cuatro días después de su reeleción – nos enteramos a quién le teme Blatter: al FBI.

Por lo tanto digo: La única manera de ordenar la FIFA es destrozarla, completamente, y empezar de nuevo. No, señoras y señores, ahora no estoy bromeando. Eso les digo en serio. Esa organización está demasiado estropeada. No se la puede reparar ni reformar.

Para ir finalizando quiero citar a Gary Lineker, ex jugador de Inglaterra. ¿Sabían que a los alemanes nos encanta todo lo que dice? Para nosotros, es una autoridad – por su frase que pasó a la historia. El fútbol según Lineker »es un juego simple: 22 hombres corren detrás de una pelota durante 90 minutos y, al final, los alemanes siempre ganan«.

Esta vez Lineker escribió en Twitter: »La FIFA está explotando. Lo mejor que le pudo pasar al juego hermoso.«

Muchas gracias por escucharme.