Archiv für Dezember, 2015

La última función: la comedia del adios

von CHRISTOPH WESEMANN

♦♦♦♦♦

PRIMER ACTO

Argentina, Capital Federal, son las 23 y pico. Un alemán con Pablo, su amigo argentino, sentados en una mesa llena de restos de carne, una botella de Coca media llena y una de Fernet casi vacía

PABLO: Por lo menos, sabés hacer asado.

YO: Aprendí de los mejores.

PABLO: ¡Del mejor de todos!

YO: Si no hubieran caído los choris, hubiera sido un asado perfecto.

PABLO: ¿Dejaste caer nuestros choris sagrados?

YO: Sí. Obvio.

PABLO: Y no dijiste nada. Ni una sola palabra.

YO: Claro que no, boludo!

PABLO: Re bien. Así está correcto. Cada asador argentino tiene sus secretos.

Grill

YO: Escúchame, voy a extrañar tantas cosas. Miles. Millones.

PABLO: ¿Cuántos días te quedan?

YO: Tres, la puta madre. Tres días después de tres años y medio en la Argentina.

PABLO: Y después Uruguay.

YO: Pero antes de mudarme estaré por un mes en Alemania.

PABLO: Es aburrido Alemania pero no tanto como Uruguay.

YO: Cállate la boca, hijo de puta.

PABLO: Es chico Uruguay.

YO: Muy chiquitito.

PABLO: En realidad, no es un país verdadero sino …

YO: … una provincia argentina.

PABLO: ¡No se lo digas a los uruguayos!

YO: Ni en pedo. Pero es verdad.

PABLO: (reparte el resto del Fernet en dos vasos y le pone Coca) ¡Claro que es verdad! Boludo, pero lo más importante es (errupta fuerte)

YO: Decime.

PABLO: Usá oraciones simples. Y hablá despacio con los uruguayos.

YO: Yo …

PABLO: Eso de oraciones simples, no te cuesta mucho.

YO: … lo sé.

PABLO: ¿Terminamos por hoy?

YO: Sí, tengo que laburar muchísimo mañana, atornillando manijas de puertas y armarios.

PABLO: ¿Son muchos?

YO: Obvio. Y las que no están flojas ya se cayeron.

PABLO: Te ayudo. Sé hacerlo.

YO: ¿Lo aprendiste?

PABLO: Como lo dije, sé hacerlo.

♦♦♦♦♦

SEGUNDO ACTO

El otro día. Un departamento casi vacío. Muchas herramientas. Una caja llena de tornillos. Suena el teléfono.

YO: ¿Cómo estás, capo?

MARC KOCH: ¿Me podés traer carne? ¿La mejor carne del planeta? ¡Dios mío!, como la extraña en Alemania. Ya no aguanto más al cerdo y pollo de mierda.

Babybeef

YO: Te pongo en voz alta.

MARC KOCH: Y también vino tinto, por favor. Estoy medio sentimental.

Wein

PABLO: Uuuuuuuuh, el otro alemán. ¿Qué tal, flaco?

MARC KOCH: ¿Pablo?

PABLO: En persona. ¿Qué hacés?

MARC KOCH: Hola querido, ¿todo bien?

PABLO: Estamos laburando. Entonces: no.

MARC KOCH: Noooooooo, cuatro manos izquierdas.

YO: Oooooooh, estos argentinos. Lo que pasa es, estamos recorrierendo la casa con el destornillador para ajustar las manijas. Imagínate, en todos lados hay diferentes tornillos, metidos de cualquier manera, la puta que los parió. Viendo este quilombo, mi viejo se volvería loco.

MARC KOCH: Cuéntame algunas novedades, gordo. Todo eso lo conozco bien de mi casa porteña cuando vivía allá. Siempre usé tornillos un poquito más grandes y les puse  pegamento termofusible en la punta.

YO: Este método es bastante complicado para los argentinos.

PABLO: (grita) ¡Un martillo tiene el mismo efecto! (martillea)

MARC KOCH: ¡Para, para, para! Va a salir por el otro lado el tornillo.

YO: No pasa nada.

PABLO: Encontramos un esmalte de su mujer que tiene casi el mismo color como las puertas y los armarios. Cheee alemán, tenemos que seguir laburando.

tattoo 1

MARC KOCH: Pablo, decime: ¿Te gusta el tatuaje de nuestro amigo?

PABLO: ¡Me encanta!

MARC KOCH: Yo tendría miedo de que se caiga o baile algún día en mi pecho.

PABLO: Sos un cuatro de copas. Un amigo mío lo hizo.

MARC KOCH: Por eso.

PABLO: Este tipo es Gardel con guitarra eléctrica.

MARC KOCH: (se pone un casco del obrero y agarra su tablilla con sujetapapeles) Me quedo un poco con ustedes. ¡No me corten, amigos! (grita) Mi corazón, ¿sabes dónde está mi pistola cargada con pegamento termofusible?

♦♦♦♦♦

TERCER ACTO

En la puerta

PABLO: (pulsa el botón del ascensor) Lo hicimos muy bien, no cierto?

YO: Sin dudas. Todo vuelve a estar en el estado originario.

PABLO: Decime la verdad, qué piensas de los argentinos?

YO: En realidad no puedo decir nada mal de ustedes. Son buena gente. Disfruté muchas cosas argentinas: los brazos abiertos, el cariño, los abrazos y besos, la franqueza. Y todos aman a los niños, también en los momentos cuando te estén rompiendo las bolas. Fue un placer vivir acá.

PABLO: Cheee, déjate de joder. Se queja siempre un argentino auténtico, eh, sobre todo de otros argentinos, y vos has querido ser más argentino que cualquier argentino.

YO: Bueno, la humildad no es algo muy argen …

PABLO: … pero no tenemos razones para ser humildes.

YO: Encima son chamuyeros, y cada cuatro palabra de ustedes es re tramposa.

PABLO: Cada segunda.

YO: La auto ironía argentina es de la máxima calidad.

PABLO: Comparto.

YO: Te digo cómo me hinchabas mucho las pelotas. Siempre cuando vos …

PABLO: … ay, lo siento, me tengo que ir. Dale, dame un abrazo. (le da un beso) Te quiero muchísimo, hermano. ¡Cuídate! (se va)

-FIN-

Letzte Vorstellung: Die Abschiedskomödie von Buenos Aires

von CHRISTOPH WESEMANN

♦♦♦♦♦

ERSTE SZENE

Buenos Aires. Später Abend. Ein Deutscher und sein argentinischer Freund an einem Tisch, Fleischreste auf den Tellern, eine halb volle Colaflasche, eine fast leere Flasche Fernet1.

PABLO. Grillen kannst du inzwischen ganz anständig. Wenigstens das.

ICH. Ich habe von den Besten gelernt.

PABLO. Dem Allerbesten!

ICH. Die Gäste waren begeistert, oder? Wenn nicht die Würstchen auf dem Boden gelandet wären, wäre es perfekt gewesen, mein asado2.

PABLO. Du hast nicht unsere heiligen choris fallen lassen!

ICH. Doch.

PABLO. Und nichts gesagt. Nicht ein Wort.

ICH. Nein.

PABLO. Re bien3. So gehört sich das. Jeder gute argentinische asador4 hat seine Geheimnisse.

Grill

ICH. Ich werde so viel vermissen. Ich darf gar nicht dran denken.

PABLO. Wie lange hast du noch?

ICH. Drei Tage. Nach dreieinhalb Jahren.

PABLO. Und dann ab nach Uruguay.

ICH. Aber vorher bin ich einen Monat in Deutschland.

PABLO. Deutschland ist langweilig. Aber Uruguay erst.

ICH. Schnauze!

PABLO. Uruguay ist halt klein. Im Grunde ist Uruguay gar kein echtes Land, sondern mehr …

ICH. … eine argentinische Provinz.

PABLO. Sag das bloß nicht in Uruguay!

ICH. Aber es stimmt doch.

PABLO. (verteilt den Rest des Fernet, gibt Cola hinzu) Natürlich stimmt es! Boludo5, das Wichtigste aber ist … (rülpst laut)

ICH. Ja?

PABLO. Bilde einfache Sätze, und sprich langsam mit den Uruguayern.

ICH. Ich äh …

PABLO. Das mit den einfachen Sätzen fällt dir ja nicht schwer.

ICH. … weiß.

PABLO. Schluss für heute?

ICH. Gern. Ich habe morgen allerhand zu tun. Ich muss die Griffe an Türen und Schränken nachziehen.

PABLO. Sind’s viele?

ICH. Ja. Und alles, was nicht wackelt, ist schon abgefallen.

PABLO. Ich helfe dir. Ich kann das.

ICH. Echt? Du hast das gelernt?

PABLO. Wie gesagt, ich kann das.

♦♦♦♦♦

ZWEITE SZENE

Eine fast leere Wohnung. Handwerkergeräusche und Stöhnen. Viel Werkzeug. Eine Kiste voller Schrauben. Das Telefon klingelt.

ICH. Viejo6, was gibt’s?

MARC KOCH. Kannst du mir Fleisch mitbringen? Das gute argentinische Rindfleisch? So einen hübschen Klumpen? Oh, wie ich das hier vermisse in Deutschland! Ich kann kein Schwein und kein Hähnchen mehr sehen.

Babybeef

ICH. Ich stelle dich mal laut.

MARC KOCH. Und ein Fläschchen Rotwein vielleicht auch? Aus sentimentalen Gründen.

Wein

PABLO. Ach, der andere Deutsche. Wie geht’s, flaco7?

MARC KOCH. Pablo?

PABLO. Höchstpersönlich!

MARC KOCH. Grüß dich. Alles gut?

PABLO. Wir schuften. Also: nein.

MARC KOCH. Oh je, vier linke Hände.

ICH. Ich sag dir: diese Argentinier. Wir gehen gerade mit dem Schraubenzieher durch die Bude. Türgriffe. Schrankgriffe. Überall unterschiedliche Schrauben. Irgendwie reingewuchtet. Mein Vater würde durchdrehen.

MARC KOCH. Kenn ich von meiner alten Hütte in Buenos Aires. Ich hab immer Schrauben genommen, die eine Nummer zu groß waren. Und dann vorn ’nen Spritzer Sekundenkleber drauf getan.

ICH. Ist viel zu ausgefeilt für Argentinier, diese Methode.

PABLO. (brüllt) Ein Hammer tut’s auch. (hämmert)

MARC KOCH. Halt! Dann kommt die Schraube auf der anderen Seite wieder raus.

ICH. Na und.

PABLO. Wir haben Nagellack gefunden, und der hat fast den Farbton der Türen und Schränke.

tattoo 1

MARC KOCH. Pablo, sag mal, wie findest du das Tattoo unseres Freundes?

PABLO. Spitzending!

MARC KOCH. Ich hätte ja Angst, dass es irgendwann einfach abfällt. Oder auf der Brust wackelt.

PABLO. Das hat ein Freund von mir gemacht!

MARC KOCH. Eben.

PABLO. Der Typ ist Gardel mit E-Gitarre.8

MARC KOCH. Diese Sprüche fehlen mir auch.

PABLO. Also, wir müssen, alemán.

MARC KOCH. (setzt sich einen gelben Bauarbeiterhelm auf, greift das Klemmbrett, notiert etwas) Ich bleib noch ein bisschen dran. Drückt mich ja nicht weg, Freunde! Das dient eurer eigenen Sicherheit. (nimmt das Telefon vom Ohr, ruft) Schatz, weißt du, wo meine Heißklebepistole ist?

♦♦♦♦♦

DRITTE SZENE

Stunden später. An der Wohnungstür

PABLO. (drückt den Fahrstuhlknopf) Das haben wir gut hinbekommen, nicht wahr?

ICH. Aber ja. Ist doch alles wieder im ursprünglichen Zustand.

PABLO. Jetzt mal ehrlich, ganz unter uns: Was hältst du von uns Argentiniern?

ICH. Ich kann eigentlich nur Gutes sagen. Ihr seid wunderbar. Eure offenen Armen. Eure Herzenswärme, diese Umarmungen und Wangenküsse. Eure direkte Art. Eure Liebe zu kleinen Kindern, die noch wächst, wenn sie ausrasten und herumlärmen, weil ihr nicht anders könnt, als sie zu vergöttern. Es war ein Traum, hier zu leben.

PABLO. Schön und gut. Aber ein echter Argentinier hat immer etwas zu meckern, vor allem über andere Argentinier, und du hast ja immer argentinischer sein wollen als jeder Argentinier.

ICH. Also, Bescheidenheit ist nicht so eure …

PABLO. … wir haben ja auch keinen Grund, bescheiden zu sein.

ICH. Ihr quatscht auch sehr viel, und man darf euch nur jedes dritte Wort glauben.

PABLO. Jedes vierte.

ICH. Euer Witz ist Weltklasse.

PABLO. Seh ich genauso.

ICH. Aber was mich an euch und speziell an dir, mein lieber Pablo, wirklich immer genervt hat, das war …

PABLO. … ich muss los. Lass dich umarmen. (gibt einen Wangenkuss) Pass auf dich auf, hermano9. Ich liebe dich. (geht ab)

VORHANG

  1. Fernet mit Cola: ein argentinisches Kultgetränk []
  2. Grillfest []
  3. Richtig gut []
  4. Die Person, die grillt []
  5. Depp, Schwachkopf; klassische argentinische Anrede unter Freunden []
  6. Alter; Anrede unter Freunden in Argentinien []
  7. Dünner; typische Anrede in Argentinien []
  8. größtmögliches Lob in Argentinien; Carlos Gardel ist der ewige Tangoheld des Landes []
  9. Bruder []

¡Qué quilombo!

von CHRISTOPH WESEMANN

Welch Groteske! Allein dafür hat sich das Durchhalten und Niemalsaufgeben in den mitunter zähen Wahlkampfwochen gelohnt – für dieses Abwickeln einer Präsidentschaft, einer Ära, für dieses Hinüberstolpern mit Beinestellen und Schubsen gen Neuanfang. Der Wahnsinn, geliebtes Argentinien! ¡Qué quilombo!1

Fassen wir zusammen: Nach seinem Sieg in der Stichwahl besucht Mauricio Macri die scheidende Präsidentin Cristina Kirchner. Man redet gekonnt aneinander vorbei. Macri sauer ab. Kirchner lässt auf dem Anwesen des Staatsoberhaupts, das sie bald verlassen muss, gelbe Blümchen pflanzen. Gelb ist die Farbe von Macris Partei PRO.

Kirchneristen und Macristen beginnen zu streiten, wie und wo die Macht am 10. Dezember übergeben wird. Die Präsidentin will, dass Macri von ihr Schärpe und Zepter im Parlament empfängt, wie das in Argentinien seit 2002 gemacht wird. Steht so in der Verfassung, Artikel 93. Macri will aber auf keinen Fall, was Kirchner will. Erstens fürchtet er, dass auf den Balkonen des Kongresses ihre Anhänger sitzen, um ihm auf die Eier zu gehen. Zweitens hat er ja Wandel versprochen und muss sich vom Kirchnerismus absetzen. Macri also will nur den Amtseid im Parlament ablegen und dann die Insignien der Macht im Regierungspalast übernehmen, in der Casa Rosada. So war das vorher, und Tradition sticht Verfassung.

Dann komme ich nicht, sagt Kirchner.

Das wäre damit geklärt.

Jetzt müssen alle noch darüber streiten, wann der neue Präsident anfängt zu arbeiten. Wenn er seinen Amtseid gesprochen hat? Nein. Wenn er  Schärpe und Zepter hat? Auch nicht. Wäre alles viel zu einfach, zu wenig Drama. Wäre ja absolut logisch und damit komplett unargentinisch. Die Kirchneristen sagen, die Präsidentschaft ende am 10. Dezember, Punkt Mitternacht, also erst einen halben Tag nach der Zeremonie. Warum? Darum.

Kommt gar nicht in Frage, sagen die Macristen, wer weiß, welche Dekrete die Kirchner noch erlässt, sie ist doch total durchge unberechenbar. Am 9. Dezember, Punkt Mitternacht, schicken wir sie in den Ruhestand. Das steht irgendwo.

Dann komme ich nicht, sagt Kirchner.

Macri und Kirchner telefonieren miteinander. Er hat mich angebrüllt, berichtet die Präsidentin hinterher. Kann er doch gar nicht, sagen Macris Leute, er ist ja nicht Cristina, und außerdem hat er, was sie nicht hat: Manieren.

Eine Richterin gibt Macri recht. 9. Dezember.

Ich komme dann nicht.

Staatsstreich, sagen die Kirchneristen. Argentinien wird zwölf Stunden ohne Präsident sein.

Auftritt Federico Pinedo, Vorsitzender des Senats und Parteifreund Macris: Ich mach’s! Ich darf auch. Ich bin die protokollarische Nummer Drei im Staat. (wedelt mit der Verfassung)

Ihr könnt mich mal. Meine Abgeordneten werden euren Festakt im Parlament übrigens auch boykottieren.

Donnerstag, 10. Dezember, kurz vor zwölf Uhr: Mauricio Macri legt seinen Eid ab. In seiner Antrittsrede bittet er die Argentinier ausdrücklich um Kritik, sollte seine Regierung Mist machen. Wir sind nicht unfehlbar, sagt er. Seine Vorgängerin reist nach Santa Cruz, um dabei zu sein, wenn ihre Schwägerin Alicia Kirchner, die neue Gouverneurin der Provinz, ihr Amt antritt. Sie sitzt nicht in der Präsidentenmaschine Tango 01. Sie fliegt Linie.

Ein Freund, strammer Peronist, witzelt: Ich bin von jetzt an bis in alle Ewigkeit Anhänger von Pinedo. Er hat seine Zwölf-Stunden-Präsidentschaft beendet, ohne einen einzigen Peso zu klauen.

Lachen vom Band.

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Weitere Texte zur Präsidentschaftswahl im Argentinischen Tagebuch:

  1. Was für ein Chaos! Argentinischer Ausruf []

Die letzte Woche mit Cristina Kirchner: Zu Besuch im Präsidentenpalast

von CHRISTOPH WESEMANN

Der Präsidentenpalast weiß von nichts. Oder er tut so. In den Büros wird auf Computerbildschirme geguckt, Gesprächsfetzen und Telefonläuten dringen auf den langen Flur, wo eine Putzfrau in Uniform den Boden wischt. Sie sieht auf, lächelt und erwidert den Gruß. Ruhig, beinahe still ist dieser Ort, an dem alles Alte bald endet und alles Neue bald beginnt. Am 10. Dezember zieht die Hausherrin Cristina Kirchner aus, und mit ihr eine ganze Reihe Getreuer. Es zieht ein: Mauricio Macri, und mit ihm eine ganz Reihe Getreuer. Die Casa Rosada aber, sie benimmt sich, als würde rein gar nichts anstehen. Wo ist der Machtwechsel, in dem das Land am Río de la Plata seit dem Stichwahl-Sieg des Oppositionskandidaten steckt? Wo sind die Umzugskartons?

Casa Rosada

»Wir nutzen das lange Wochenende«, sagt die Frau, die das Argentinische Tagebuch zu einem Gespräch empfängt, aber in dieser Geschichte keinen Namen haben will. Am Montag und Dienstag ist frei in Argentinien, aber hier wird dann gepackt und ausgemistet. Es dürfte sich allerlei angesammelt haben. Zwölfeinhalb Jahre lang hat der Kirchnerismus regiert. Es ist eine Epoche, die nun zu Ende geht, eine verdammt lange Zeit.

Die Frau, die bereit ist zu erzählen, wie es sich anfühlt, die Macht abzugeben, arbeitet seit vielen Jahren in leitender Funktion in der Casa Rosada. Was aus ihr wird, weiß sie noch nicht, sie hofft, dass sie weiter gebraucht wird. Sie gehört zur planta permanente, der Ebene der Staatsbediensteten mit unbefristeten Verträgen. Macri könnte sie versetzen, degradieren, mürbe machen, das ja, aber loswerden kann er nur die anderen, die auf der planta transitoria. Es sind die Beamten mit Verfallsdatum. Ihre Zeit im Staatsbetrieb läuft ab.

Eine Versammlung, um die Mitarbeiter – wie viele die Casa Rosada beschäftigt, weiß niemand – auf das einzustimmen, was komme, habe es bislang nicht gegeben, sagt die Frau. Geredet werde umso mehr. In manchen Büros säßen echte Fans der Chefin, sie tränken aus Cristina-Kirchner-Tassen ihren Kaffee und hätten Poster der Präsidentin an Wand. Sie verlieren, im wahrsten Sinne des Wortes, ihre Schutzheilige, und die Verzweiflung darüber passt in zwei Sätze: »Ich will nicht, dass sie geht. Wer hält denn in Zukunft zu mir?«

Macri will anders sein, anders als diese Präsidentin. Gleich am Morgen nach seinem Wahlsieg hat er sich den Journalisten gestellt. Sein Kabinett? Ein Truppe einstiger und aktueller Führungskräfte aus der Privatwirtschaft. Die erste Kabinettssitzung? Unter freiem Himmel, im Botanischen Garten von Buenos Aires. Die Kirchnerregierung traf sich nie, weil die Anführerin Durchstechereien fürchtete und die Minister deshalb einzeln zu sich bestellte. Pressekonferenzen gab sie – mit einer Ausnahme (2008) – in ihren acht Jahren auch nicht. Wozu denn? Kirchner wollte nicht überzeugen. Sie ordnete Meinungen an.

Macri Kabinett

> Die neue Regierungsmannschaft         Foto: Facebook/Macri

Rückblende. Die leitende Beamtin der Casa Rosada erlebt aus der Nähe, wie Cristina Kirchner nach einem triumphalen Wiederwahlsieg Ende 2011 nun die Landsleute vor die Wahl stellt: Folgt mir, oder ihr gehört nicht mehr dazu. Vamos por todo, heißt die Parole. Wir gehen aufs Ganze. Die Präsidentin setzt auf die jungen Argentinier, denn Jugend, so sagt es unsere Gesprächspartnerin, lasse sich leicht begeistern für jede »revolutionäre Schwärmerei«. Die Nachwuchsorganisation La Cámpora, gegründet vom Präsidentensohn Máximo Kirchner, erobert mit ihren Aufmärschen erst Straßen und Plätze, die politische Öffentlichkeit also – und bald darauf die Fleischtöpfe. Tausende camporistas ziehen in die Ministerien, Behörden und Staatsbetriebe ein. Der Kirchnerismus spaltet Argentinien, das Land sieht schwarz-weiß. »Grau hat nicht mehr existiert. Und wir, die Gesellschaft, haben nicht den Ausgang aus dieser Freund-oder-Feind-Dialektik gefunden.«

Macri verspricht, das Land zu befrieden, und eine Geste ist ihm schon gelungen, als er Wissenschaftsminister Lino Barañao im Amt beließ. Ein Überlebender der Zeitenwende. Ein Hoffnungsschimmer. Vielleicht werden gar nicht viele Köpfe rollen, sondern nur die, die mit mehr Ideologie als mit Intelligenz gefüllt sind. »Hoffentlich kommen die Neuen mit guten Absichten«, sagt die Funktionärin.

Hilfe kann Macri brauchen. Er hat, das zeigt die Stichwahl, die er mit 51,34 Prozent nur knapp gewann, das halbe Land erst einmal gegen sich. Und der schlechte Brauch hiesiger Präsidenten, sich Legitimation zu erkaufen, ist keine Option. Nicht nur, weil dies ein Verrat am Wandel wäre, den Macri zugesagt hat. Es fehlt auch schlicht das Geld für Wohltaten. Die Frau aus der Casa Rosada bestätigt das mit einem schönen Bild: Das große Fest sei vorüber, sagt sie, das Fest der billigen öffentlichen Dienstleistungen, der günstigen Züge und Busse, des subventionierten Stroms, all der Staatshilfen und Sozialprogramme. »Wir Argentinier lieben, leider, fiestas. Wenn wir feiern, vergessen wir alles um uns herum. Erst wenn die Rechnung kommt, wird uns klar: Wir, die getanzt, gegessen und getrunken haben, sind auch die, die dafür bezahlen müssen.«

Und nun: la transición, der Übergang. Argentinien verfolgt mit offenem Mund, wie eine Kraft ihre Macht weiterreichen soll – und das ganz schnell, denn zwischen der Stichwahl und dem Amtseid des neuen Präsidenten liegen gerade einmal 18 Tage. Überdies neigen Argentiniens Regenten traditionell zum yo-ismo, der Ichbezogenheit. Sie sehen sich nicht als Verwalter des Staates für eine gewisse Zeit, sie sind der Staat. Er gehört ihnen, und was einem gehört, das gibt man ungern wieder her. »Wir haben keine Geschichte von demokratischen, transparenten Regierungswechseln, keine Kultur, keine Mentalität, keine klaren Regeln, kein Verfahren«, sagt die Funktionärin aus der Casa Rosada. Niemand wisse, was genau zu tun sei, nicht der Staat, nicht die Regierung, erst recht nicht die Angestellten. »Wir diskutieren gerade zum ersten Mal, was das überhaupt ist: transición

Das Loslassen beginnt mit ganz banalen Dingen: Welche Akten schreddere ich, welche bekommt mein Nachfolger? Machen wir eine Übergabe? Soll ich ihm helfen, sich zurechtzufinden? Darf ich das überhaupt? Aber meinen Computer nehme ich mit nach Hause. Nein? Wie, der gehört mir nicht?

Am Mittwoch, 9. Dezember, sollen die Büros geräumt sein. Dann kommen die neuen Direktoren und die Maler natürlich, und die Frau, die an diesem Ort schon lange arbeitet, hofft, dass Macris Strategen genau hingucken werden; dass sie nicht nur auf das Organigramm schauen, auf irgendwelche Titel, sondern sich jede Stelle vornehmen und den, der sie besetzt, fragen: »Was haben Sie hier eigentlich genau gemacht? Nur die Aufmärsche organisiert? Oder auch was Sinnvolles?« Was jemand könne, zähle für ihn, das hat Macri oft gesagt, weg mit der Ideologie, her mit Professionalität. Allerdings hat der öffentliche Dienst heute auch eineinhalb Millionen mehr Beschäftigte als 2003, dem Jahr, in dem der Kirchnerismus das Land übernahm. Ein Plus von 67 Prozent. Und Macris Leute und die seiner Verbündeten wollen ja jetzt auch noch mitmachen.

Auf einem der Fluren verrät sich der Präsidentenpalast übrigens dann doch: Da liegt ein Haufen aus Papier, Faxgeräten und Kabeln. Der Machtwechsel, er kommt.

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Weitere Texte zur Präsidentschaftswahl im Argentinischen Tagebuch:

 

Wenn Unternehmer übernehmen: Die neue Regierung Argentiniens

von CHRISTOPH WESEMANN

Cristina Kirchner hat Mühe, das Unvermeidliche anzunehmen, und dazu zählt auch ein neues Leben. Vom 10. Dezember an wird die frühere Abgeordnete, Senatorin, Primera Dama und dann Staatschefin außer Dienst zum ersten Mal nach 28 Jahren ohne – sichtbare – Macht sein. Sie verliert auch allerlei Annehmlichkeiten, den Dienstwagen, den Hubschrauber, ihre Sekretäre und Assistenten; 40 Leibwächter darf sie immerhin behalten, muss sie jedoch mit ihren Kindern Florencia und Máximo teilen. Ihr Umfeld überlegt schon, wer demnächst die Flüge bezahlt oder dafür kein Geld verlangt.

Kirchner pendelt oft zwischen El Calafate, su lugar en el mundo1, wie der Argentinier sagt, und Buenos Aires, wo die große Politik gemacht wird, ihre Enkel leben und sie eine Wohnung besitzt. Schon seit Juni lässt die Präsidentin umziehen, manches wird gen Süden gebracht und auf die Hotels und Häuser im Familienbesitz verteilt, anderes bleibt in der Hauptstadt. Kirchner will also weiter pendeln. Es soll aber alte Freunde mit Flugzeugen geben, die ihr noch etwas schulden, und wenn Alicia Kirchner, die neue Gouverneurin der Provinz Santa Cruz, gen Buenos Aires abhebt, nimmt sie ihre Schwägerin bestimmt mit.

Cristina

> Cristina Kirchner am Montag in Río Negro      Foto: Casa Rosada

Das obligatorische Treffen mit ihrem Nachfolger Mauricio Macri, dem Gewinner der Stichwahl, hat gerade einmal 20 Minuten gedauert, und darüber, wie die Amtsgeschäfte übergeben werden, sollen die zwei auf dem Anwesen des argentinischen Staatsoberhaupts vor den Toren der Hauptstadt gar nicht gesprochen haben. Macri berichtete hinterher, Kirchner habe ihm zwar zum Sieg gratuliert, aber zugleich klargemacht, dass sie bis zum letzten Tag zu regieren gedenke und keine Starthilfe von ihr zu erwarten sei. Überraschend kam das nicht, schließlich hatte die Präsidentin schon vor Wochen per Dekret die Legislaturperiode bis zum 9. Dezember verlängert. Ursprünglich hätten Senat und Kongress am 30. November Feierabend gemacht. Nun könnte der Kirchnerismus, ehe er seine absolute Parlamentsmehrheit verliert, noch am Vorabend seines Abschieds Gesetze beschließen. Legal ist das. Es wäre aber auch ein in demokratischen Zeiten einmaliger Vorgang.

Casa Rosada

> Der Innenhof des Präsidentenpalastes, der Casa Rosada

Macri hatte sich mehr als nur ein paar logistische Absprachen über den Auszug der Kirchneristen aus dem Präsidentenpalast und den Ministerien erhofft; er wollte auch erfahren, ohne welches Spitzenpersonal er planen könne. Geht der Zentralbank-Chef Alejandro Vanoli freiwillig? Und Martín Sabbatella, der ultrakirchneristische Aufseher der staatlichen Medienbehörde Afsca? Kirchner ließ sich auf nichts ein. Kein Kommentar. »No valió la pena«, sagte Macri über das Treffen. »Es war sinnlos.«

Mit der Berufung seines Kabinetts hat der künftige Regent erste Fußspuren hinterlassen und eine Richtung vorgegeben. Wohin also will er Argentinien führen? Leicht fällt die außenpolitische Antwort. Außenministerin wird Susana Malcorra, augenblicklich noch Kabinettschefin von Ban Ki-moon, dem Generalsekretär der Vereinten Nationen. In New York arbeitet sie seit mehr als zehn Jahren, vorher war sie bei IBM und Telecom. Mit ihr gibt Macri einem seiner Wahlkampfversprechen ein Gesicht: die Befreiung Argentiniens aus der Isolation.

Malcorra

Susana Malcorra mit Ban Ki-moon        UN Photo/Rick Bajornas

Der 53. Präsident will sich von der Diplomatie des Kirchnerismus verabschieden. Cristina Kirchner hatte mit »einer Politik zwischen Beschimpfung und Konfrontation« die Beziehungen zu traditionellen Partnern wie den Nachbarn im Mercosur, den Vereinigten Staaten und Europa gekappt oder heruntergekühlt. Im Gegenzug verschaffte sie dem Land andere Verbündete, und vornehmlich solche von zweifelhaftem demokratischen Renommee: Russland, Venezuela, Kuba, Iran, China. Wladimir Putin, Fidel Castro, Hugo Chávez und seit dessen Tod Nicolás Maduro wurden den Argentiniern als neue beste Freunde vorgestellt.

Macri will geheime Wirtschaftsverträge mit China und Russland überprüfen, Sanktionen gegen Venezuela wegen der politischen Gefangenen anstrengen und die Amia-Vereinbarung mit Iran außer Kraft setzen; die sollte offiziell helfen, den Bombenanschlag von 1994 auf die Zentrale der jüdischen Gemeinde von Buenos Aires aufzuklären, war aber in Wahrheit ein Abkommen darüber, hier wie dort die Füße still zu halten und stattdessen Geschäfte miteinander zu machen.

Susana Malcorra, in ihrer Heimat kaum bekannt, dafür in der Welt vernetzt und geschätzt, verspricht eine mehr an westlichen Werten orientierte, weniger ideologiegetränkte Außenpolitik. Argentinien soll wieder verlässlich werden und damit interessant für Geldgeber und Investoren. Macri wertet mit dieser Wahl zudem das diplomatische Corps auf, das Cristina Kirchner mies behandelt hatte. Karrieren wurden nach Gutdünken beendet und freie Posten mit pibes besetzt, unerfahrenen Gefolgsleuten aus der Bewegung. Außenminister Héctor Timerman spielte zuletzt kaum mehr eine Nebenrolle, er war ein Durchsbildgeher, ein Statist in der hiesigen Politik. Nicht mal versorgt wurde er mit einem Abgeordnetenmandat oder ähnlichem. Seine Nachfolgerin soll wieder gestalten dürfen.

Mauricio Macri hat mit seinem Kabinett das Erwartbare geliefert. Glanz versprüht es nicht, dafür sind zu viele Bekannte dabei – und überhaupt viele, die neue Regierung ist ziemlich aufgebläht. Wenn man sich den letzten Minister endlich gemerkt hat, hat man den ersten bestimmt gerade wieder vergessen, und der zweite ist vielleicht schon zurückgetreten. Es ging wohl nicht anders. Der liberal-konservative Bürgermeister von Buenos Aires war mit den Radikalen, der heruntergekommenen Mitte-links-Volkspartei UCR, und der sozialliberalen Coalición Cívica eine Wahlallianz eingegangen. Heraus kamen Cambiemos (Lasst uns verändern) – und der Triumph am 22. November über den Regierungskandidaten Daniel Scioli. Die Helfer des Siegers haben Ämter verlangt. Es war Zahltag.

Ein Kabinett, dem der Präsident vertrauen kann, so lässt es sich vielleicht charakterisieren. Die Zeitung La Capital aus Rosario nennt es ein »Ensemble aus Kindheitsfreunden, Hauptstadtfunktionären und Verbündeten«. Macri bleibt sich zumindest treu. Er ist kein klassischer Politiker, sondern ein Seiteneinsteiger, er war Unternehmer und kam als Präsident des Fußballklubs Boca Juniors zu Ruhm. Kandidaten für seine 2005 gegründete Partei Propuesta Republicana (PRO) hat er gern außerhalb der Politik gecastet, was Schauspielern, Komikern, Wirtschaftsmanagern, einstigen Fußballern und sogar Schiedsrichtern im Ruhestand Posten und Mandate bescherte. Er umging damit die auch am Río de la Plata grassierende Politikerverdrossenheit. Es ist kein Zufall, dass sein Kabinett gerade den Enttäuschten gefällt, die Abstand zu Parteien halten. Endlich werden Leute Minister, die nicht nur behaupten, etwas zu können, sondern das schon nachgewiesen haben – dieser Satz fällt oft, wenn man nachfragt.

Es ist anzunehmen, dass Macri das Misstrauen, mit dem viele seiner Landsleute der Politik begegnen, noch heute teilt. Mit seiner Mannschaft bedient er sie. Ewige Funktionäre und die unvermeidlichen Juristen haben lange regiert, jetzt übernehmen wieder los técnicos, die Spezialisten. Von einer »Ceocracia« spricht Perfil auf der Titelseite seiner Sonntagsausgabe, der Herrschaft der Geschäftsführer. Denn wie kein Präsident vor ihm schicke Macri »frühere Führungskräfte der Privatwirtschaft in Schlüsselpositionen der neuen Macht«.

Ceocracia

Macri hat das Wagnis gescheut, dem Volk den Glauben an seine Politiker, deren Tatkraft und Ehrlichkeit zurückzugeben. Dies wäre ein lobenswertes Ziel gewesen – und zugleich ein wohl zu ehrgeiziges. Schon das Regieren wird schwierig genug werden. Der Peronismus, der große Wahlverlierer, könnte seine Muskeln spielen lassen, wie er es gerne tut, wenn unverschämterweise eine andere Kraft der Bestimmer ist. Seine Gewerkschaften könnten das Land wochenlang mit Streiks und Fabrikblockaden lahmlegen, falls ihnen nicht passt, was Macri macht, und eine Mehrheit im Parlament hat der Präsident ja ohnehin nicht.

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Dass all die Technokraten und Unternehmer ohne Stallgeruch in der Theorie exzellent regieren können, darf man annehmen. Und unter all den breitbeinigen Ministern der jüngeren Zeit, Alphatieren mit politischem Instinkt allesamt, die Volksnähe gut simulieren konnten, ist das Land ja auch nicht unbedingt vorangekommen. Die meisten haben nie etwas anderes gemacht, als Funktionär zu sein. Sagen ließen sie sich wenig bis nichts, und ärmer als die reichen Unternehmer sind sie heute trotzdem nicht.

Riskant ist Macris Strategie gleichwohl. In Buenos Aires hat sie funktioniert, auf einem eher kleinen Spielfeld. Allerdings ist der klassische Macriwähler – überdurchschnittlich gebildet und wohlhabend, mit Europa und den Vereinigten Staaten sympathisierend – anderswo deutlich seltener anzutreffen. Es könnte für Befremden sorgen, wenn im weiten, hilfsbedürftigen Hinterland Unangenehmes, vielleicht gar Schmerzhaftes verkündet werden soll – und dann die Schlauen aus der Hauptstadt anrücken, um ganz rational darzulegen, dass da keineswegs Reiche Politik für Reiche machten. Den Porteño, den Bürger aus Buenos Aires, hält der Nichtporteño sowieso für muy cheto – hochnäsig, etepetete, aufgeblasen.

Macri wird nicht daran vorbeikommen, dem Land weh zu tun, wenn er verändern will. Die Sozialprogramme kosten viel und bewirken wenig, weil der Staat die Armen bislang vor allem versorgt, aber nicht aus der Armut herausholt. Der Abbau der Importrestriktionen trifft vielleicht kleine und mittelständische Firmen, wenn der Markt – wie in den neunziger Jahren – von Billigware überschwemmt wird, und billiger als in Argentinien ist es mittlerweile fast überall auf der Welt. Große Geschenke sind sowieso nicht drin, weil die Kasse leer ist.

Macri

> Mauricio Macri am Wahlabend  Foto: Facebook/Macri

Schluss mit der Armut, Schluss mit dem Drogenhandel, Schluss mit dem Streit, der die Gesellschaft zerreißtdas sollen die großen Themen der Präsidentschaft werden. Sehr edle Vorhaben hat sich Macri ausgesucht, aber mehr als die Überschriften kennt Argentinien noch nicht. Sobald es an die Produktion geht, wird’s unweigerlich knirschen. Hält die Regierung dagegen, wenn die peronistischen Halbstarken Krawall machen? Ertragen gerade die Ressortchefs, die aus den Führungsetagen von Lan, Farmacity, General Motors und Co. stammen, dass ihre Untertanen keine Untergebenen sind und sie selbst nicht weisungsbefugt? Wissen sie damit umzugehen, dass man recht haben kann und trotzdem nicht immer recht bekommt in der Politik?

Macri hat darauf verzichtet, einen Superminister für Wirtschaft und Finanzen zu ernennen. Womöglich wäre der angesichts der Fülle der Entscheidungen von zu vielen Seiten attackiert worden und nach spätestens zweieinhalb Monaten mit den Nerven am Ende gewesen. Nun wird die Last gemeinsam getragen, je nach Zählweise von sechs, zehn oder zwölf Ministern.

Es lässt sich kaum Schlechtes über das Kabinett sagen, wenngleich Linke die Ernennung von Juan José Aranguren, bis vor wenigen Monaten Chef des Ölkonzerns Shell, zum Energie- und Bergbauminister kritisieren. »Wenig Gutes in Sachen Fracking und Megabergbau« erwartet hier die taz. Nicht immer allerdings, das lehrt die Vergangenheit, gibt die Biografie das Programm vor. So entstammt Guillermo Dietrich einer Dynastie aus der Automobilindustrie. Als Transportminister von Buenos Aires hat er jedoch den Nahverkehr modernisiert, er gilt als Vater der Radwege (150 Kilometer), die in vergangenen sieben Jahren entstanden sind, und des Metrobus-Netzes. Sechs Linien sind es mittlerweile; die noch immer recht klapprigen, aber nach wie vor wunderschönen colectivos fahren auf eigenen Spuren und kommen deutlich schneller voran als früher. Beklagt hatten sich über die (sehr teuren) Investitionen und die Dauerbaustellen die, die Platz machen mussten: Auto- und vor allem Taxifahrer. Der Metrobus ist heute eines der Aushängeschilder von Macris zwei Amtszeiten als Hauptstadtbürgermeister, und er soll weiter ausgebaut werden – von Dietrich, der zum Transportminister Argentiniens aufsteigt.

Nur drei Frauen haben übrigens einen Posten bekommen – aber mehr als 20 Männer. Hier schickt der Wandelprediger Macri das Land erstaunlicherweise zurück in die Blütezeit des machismo argentino. Wobei: Verblüht ist der ja noch gar nicht. Am Herrenklub, der in den zehn Tagen seine Arbeit aufnehmen wird, stört sich Argentinien bisher jedenfalls nicht.

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Weitere Texte zur Präsidentschaftswahl im Argentinischen Tagebuch:

  1. ihr Platz in der Welt []

Argentinische Helden

Diego Maradona, gezeichnet von Danü (c)

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2012 von Christoph Wesemann in Buenos Aires gegründet. Derzeit im Exil. (Berlin)